Suena la
música y ésta, acaricia suavemente mis pensamientos, se mezcla con mi pelo y
derrama lágrimas por mis mejillas. Vuelvo a aquella noche en una pequeña
habitación con una cortina de flecos rosas. Bailaba contigo. La misma canción
que ahora me hace llorar me hacía sonreír con todas mis fuerzas. Dábamos
vueltas, embelesados por la melodía en la oscuridad de la habitación. Con la
risa muda y la madrugada a nuestros pies. Una y otra vez, nuestra canción en
bucle. Ojalá el tiempo también lo fuera. Ésta vez no tengo con quien bailar, ni
mano a la que agarrarme, suena la misma melodía pero tú no estás.
Ya no sonrío.
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